Crítico de arte profesional
Título: 'Kids in America'
La crítica de arte y curadora Sarah Heussaff dijo de las obras de Gregory Dubus que son 'un elogio a la forma del triángulo' y que:
'Todo su trabajo se ve como una coreografía en la que las líneas y áreas de color se armonizan para coordinarse entre sí. El espacio se ve poco a poco invadido por el movimiento de formas que no deja marco ni espacio inmaculado, ni siquiera silencio en el soporte de este ballet. Las líneas predominantes se hacen a mano alzada según la intuición del artista. En un laberinto de pasillos, líneas y colores fuertes, cada habitación despliega su propia entidad. Toda obra producida conserva su singularidad, al igual que el impulso que dicta el rumbo que tomará la obra en los inicios de su concepción.
Hipnóticas, estas producciones plásticas toman en algunos puntos la forma de una escritura automática que el artista deja desplegar instintivamente ante nuestros ojos. El rigor y la concentración que requiere este proceso sumerge a éste y a todo aquel que observe el dibujo en curso, o terminado, en una forma de inconsciencia o, por el contrario, en una forma de conciencia plena. En esto, esta técnica podría asemejarse a un acto meditativo y solitario, tal vez como el inducido por la realización de un mandala pero sobre todo puede ser escuchado y entendido como una forma de lenguaje, un puente de comunicación entre él y quienes lo miran. Esto requiere consistencia y precisión y requiere, para este autodidacta, hasta cien horas de producción para una pieza. Esta perceptible perseverancia en la lectura de estas microarquitecturas se consigue, por tanto, con paciencia y un esfuerzo aparente, de hecho deleitable para el artista que dice ver el fruto de su aplicación. Una especie de elevación corporal y espiritual en la que la abnegación es la palabra clave.
Gregory Dubus percibe en la estabilidad de la forma triangular y sus múltiples representaciones la base y transmisión parental. Con en su punta el fruto de personajes opuestos de los que es herencia. Esta dualidad simbolizada sólo se vuelve complementaria y esencial en su cúspide. Esta fuerza simbólica atribuida a sus obras decide al artista a evocar, hoy, el término autorretrato para hablar de algunas de sus piezas. El triángulo tiene significados pesados y ligeros, en uno de sus aspectos más positivos se le atribuye habitualmente a la determinación. Una resolución a imagen del acto creativo de Gregory Dubus que batió huella tras huella los cimientos de estas coloridas arquitecturas'.
'Todo su trabajo se ve como una coreografía en la que las líneas y áreas de color se armonizan para coordinarse entre sí. El espacio se ve poco a poco invadido por el movimiento de formas que no deja marco ni espacio inmaculado, ni siquiera silencio en el soporte de este ballet. Las líneas predominantes se hacen a mano alzada según la intuición del artista. En un laberinto de pasillos, líneas y colores fuertes, cada habitación despliega su propia entidad. Toda obra producida conserva su singularidad, al igual que el impulso que dicta el rumbo que tomará la obra en los inicios de su concepción.
Hipnóticas, estas producciones plásticas toman en algunos puntos la forma de una escritura automática que el artista deja desplegar instintivamente ante nuestros ojos. El rigor y la concentración que requiere este proceso sumerge a éste y a todo aquel que observe el dibujo en curso, o terminado, en una forma de inconsciencia o, por el contrario, en una forma de conciencia plena. En esto, esta técnica podría asemejarse a un acto meditativo y solitario, tal vez como el inducido por la realización de un mandala pero sobre todo puede ser escuchado y entendido como una forma de lenguaje, un puente de comunicación entre él y quienes lo miran. Esto requiere consistencia y precisión y requiere, para este autodidacta, hasta cien horas de producción para una pieza. Esta perceptible perseverancia en la lectura de estas microarquitecturas se consigue, por tanto, con paciencia y un esfuerzo aparente, de hecho deleitable para el artista que dice ver el fruto de su aplicación. Una especie de elevación corporal y espiritual en la que la abnegación es la palabra clave.
Gregory Dubus percibe en la estabilidad de la forma triangular y sus múltiples representaciones la base y transmisión parental. Con en su punta el fruto de personajes opuestos de los que es herencia. Esta dualidad simbolizada sólo se vuelve complementaria y esencial en su cúspide. Esta fuerza simbólica atribuida a sus obras decide al artista a evocar, hoy, el término autorretrato para hablar de algunas de sus piezas. El triángulo tiene significados pesados y ligeros, en uno de sus aspectos más positivos se le atribuye habitualmente a la determinación. Una resolución a imagen del acto creativo de Gregory Dubus que batió huella tras huella los cimientos de estas coloridas arquitecturas'.